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Momios versus UPelientos junio 4, 2007

Posted by jpgarnham in Angélica Navarro, Narrativización.
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Un campesino hacía de rondín nocturno esa noche, por si pasaba algo. Y pasó: la familia Baraona, dueña de la Hacienda Nilahue, tuvo que vivir en carne propia los avatares de la polarización propia del 71’.
Por Angélica Navarro

«Con ráfagas de metralleta. Momios de Santa Cruz intentaron asesinar a diputado Marambio», rezaba el titular del diario Puro Chile. «Violento incidente en toma de un fundo», señalaba La Segunda. Lo cierto es que ese día, en la Hacienda Nilahue, hubo un secuestro, dos vehículos involucrados y muchos disparos. Interrogatorios, carabineros y cinco detenidos.
Era febrero y los miembros del clan Baraona Urzúa estaban en plenas vacaciones. El ambiente campesino era tenso. Era 1971 y ya había empezado la reforma agraria impulsada por el gobierno Allende. Enfrentamientos y expropiaciones eran la tónica de la época y la familia sabía que a ellos les podía tocar.
Por precaución, habían decidido poner guardia nocturna. Guillermo Escobar, alias el Memo, hacía de rondín ese 8 de febrero. Los Baraona dormían. Alrededor de la una de la mañana Juan Ignacio Baraona, uno de los once hijos del dueño de la hacienda, despertó con violentos golpes en su persiana.
—¿Qué pasa? —preguntó Juan luego de abrir la ventana.
—¡¡Vino un jeep y se llevó al Memo!! —contestaron los campesinos, consternados.
Dos hombres habían intentado entrar a las casas, enviados por el diputado socialista Joel Marambio. Fiel a sus patrones, Memo hizo todo para impedirlo. Pero eran dos contra uno, y ese uno era flaco. Terminaron llevándose al guardia, previa paliza y desarme, en el jeep Land Rover azul del político, que estaba cerca.
Juan, de 23 años, se levantó inmediatamente y avisó a sus hermanos. Coco (43) y Pato (41), los únicos que alcanzaron a vestirse, partieron con él en el Peugeot 404 blanco del último. A toda velocidad intentarían alcanzar al jeep. Mientras, Memo estaba siendo interrogado: «¿Quiénes están? ¿Cuántos son? ¿Tienen armas?» De repente, a lo lejos, reconoció las luces redondas del auto de sus patrones. «¡¡Más vale que paren y me suelten porque los caballeros los van a hacer harnero a balazos!!», advirtió a sus secuestradores.
Obedecieron de inmediato. A lo lejos, los hermanos vieron que el auto paraba. Pasaron por el lado, despacio, observando, muy despacio, y se estacionaron adelante. Joel Marambio no estaba. «¡¡PA, PA, PA!!», se sintieron unos disparos desde el potrero contiguo al camino. Marambio había escapado arrastrándose por un zanjón seco. Sólo quedaban Raúl Ibarra, el chofer, y Julio Reyes.
El «Mojón Chico», como llamaba el diario Puro Chile a Juan Baraona, a pesar de ser flaco como «perro liebrero», agarró a Ibarra por su barba «tipo cubano» y lo sacó por la ventana. Con la mano llena de pelos le puso un combo. Mientras, Coco y Pato bajaron a Reyes y le pegaron un cachazo. «Cayó como un tablón al camino», recuerda Juan. Además, tenían que asegurar sus pruebas. Desinflaron los neumáticos a balazos para inmovilizar el auto. «Yo personalmente le rompí el radiador pa’ que botara toda el agua, cosa que no lo pudiera prender».
«¿Por qué tantos disparos? ¿Habrán matado a alguien?», se preguntaban los familiares y nilahuinos que esperaban despiertos y sin saber qué sucedía a lo lejos. Alrededor de una hora después de haber salido, los hermanos regresaron a la casa con el Memo y con sus dos detenidos. Estaban todos ilesos. Luego de dos horas de preguntas, llegaron carabineros para llevarse a los rehenes.
Claro, la versión de Joel Marambio era radicalmente distinta: que habían subido al Memo para que los guiara a una reunión. Que cuando iban en camino, los interceptó un auto del que se bajaron siete integrantes de la familia Baraona. Que se había escondido hasta que terminó el baleo y que cuando volvió sus compañeros no estaban. Que no habían secuestrado a nadie y que no tenían armas.
«Versiones encontradas. Cinco detenidos por incidentes con Joel Marambio», informaba La Segunda el 10 de febrero. El 9 allanaron la casa de Nilahue, buscaron armas hasta en la Iglesia. Sí, las había de caza y una que otra de colección. Resultado: los tres «momios» fueron detenidos por seis días. Los otros dos eran los del bando de los «UPelientos».
La justicia se encargaría posteriormente de absolver a los hermanos y de desaforar a Marambio y declararlo culpable de secuestro. Los Baraona ganarían una batalla. Sin embargo, en la guerra no vencerían: días después la Cora decretó la expropiación del campo. Aunque años después recuperarían todo, la familia cree que fue venganza política. Pero esa es otra historia.

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